“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”. Juan 14:1…

 

Sentirse Turbado es estar en un estado de; Tristeza, Aturdido y hasta desconcertado, es conjugar sentimientos dañinos al corazón, que por ende afectan nuestra capacidad de análisis y razonamiento, dejamos de ver las cosas con la claridad espiritual que Dios desea que las veamos. Se nubla nuestra mente y los problemas o aflicciones comienzan a ganar terreno en nuestro campo de batalla (La Mente), la incertidumbre avanza, a pasos vertiginosos alimentando la desesperanza que nos hace creer que ya no hay solución o remedio.

Sin embargo en medio del desaliento la humanidad cuenta con una luz, que nos alumbra en medio de la oscuridad, una esperanza que nació con el sacrificio de Jesús el Hijo de Dios. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1ra. de Juan 02:1… Estas son las palabras que Jesús dejo en las santas Escrituras para consolación de los corazones de sus seguidores. «Tú crees en Dios, creed también en mí» es la revelación de su propio corazón para nosotros.

Jesús nunca sugirió que si lo seguimos, nunca volveríamos a experimentar problemas o decepción, al contrario nos advierte que en este mundo tendríamos aflicción, y nos pide que confiemos porque Él ya había vencido… «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33)… Alegrémonos al saber que contamos con el Apoyo Irrestricto de Jesús el Hijo de Dios, El Primogénito de Toda Creación. El Señor nos recuerda constantemente que no estamos solos, Él Está Con Nosotros en medio de las angustias, Él es nuestra fuerza para seguir adelante. En momentos como los que esta vivienda la humanidad actualmente es cuando Más Jesús nos dice: «creéis en Dios, creed también en mí». «Tú crees en Dios,»  en lo invisible, cree en su amor, aunque usted nunca ha visto su aspecto, usted es consciente de su cuidado, a pesar de que nunca ha tocado la mano que guía y protege. «Cree, también en mí». Amen.

A…G..

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