Recomendaciones que nos da la Palabra de Dios para corregir con amor y sabiduría, a nuestros hijos.

Una de las tareas o labores más difíciles para un ser humano es ser padre, para nadie es un secreto que criar hijos es algo sumamente complicado, y como alguien dijo cierta vez: “Ningún hijo cuando nace viene con un manual de usuario, para saber cómo debemos educarlo”. Según la psicología  los seres humanos tenemos diferentes temperamentos, cuatro diferentes para ser más específicos, los temperamentos humanos son cuatro, se dividen en dos grupos, los extrovertidos (Coléricos y Sanguíneos) y los introvertidos (Flemáticos y Melancólicos). Si bien es cierto, los padres deben conocer cuál es el temperamento de sus hijos para poder enseñarles a formar su carácter.

El padre y la madre  son los encargados de ayudar a sus hijos a formar un carácter, dentro de esto enseñarle valores, éticos, morales y cristianos. La palabra de Dios nos da muchas referencias de cómo Criar a nuestros hijos en amor, instruyéndoles en la fe, hoy en día muchos padres pierden el control al corregir a sus hijos y en muchas ocasiones llegan al maltrato físico y psicológico, profiriendo palabras de insultos y maldiciones, marcándolos con heridas de por vida. Nosotros somos llamados a criar a nuestros hijos con amor y sabiduría en el temor de Dios.

Hay otros padres que son demasiado consentidores con sus hijos que no les disciplinan y les dejan hacer todo los que a ellos les viene en gana, tampoco podemos descuidar a nuestros hijos, es nuestro deber corregirlos y llevarles por el buen camino. Proverbios 22:6 dice: Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

Pidamos a Dios que nos ayude a saber llevar a nuestros hijos por el buen camino, eso es una responsabilidad de ambos progenitores, y si llega a faltar uno de los dos, el que quede deberá asumir la responsabilidad.

Recordemos en todo tiempo corregirlos con prudencia, sabiduría y amor, no debemos de maltratarles. Proverbios 19:18 dice: Castiga a tu hijo mientras haya esperanza;
pero tómalo con calma, no vayas a matarlo.

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